lunes, 11 de enero de 2010

Días difíciles


En un momento de soledad, en el que ocupaba a ponerle atención a sus pensamientos, recordaba cosas de su pasado, de cómo ha cambiado todo, de los acontecimientos que vivió, de situaciones pasadas que no quería volver a vivir, y entre esos pensamientos recordaba de cómo vivió una época de su vida.
Cada mañana se levantaba, desayunaba, salía a la calle, compraba el periódico para buscar la parte de los clasificados, la sección que le interesaba era la de empleos, hacia más de un año que no tenía un empleo. Su rutina era la misma: desayunar, salir de la casa, comprar el periódico, sentarse en algún lugar por ahí buscando opciones, marcar las posibles ofertas, luego dirigirse a una fotocopiadora para sacar más copias por si hacía falta del curriculum y de toda la papelería que era requisito básico para optar a cualquier plaza. Solo sacaba las copias necesarias ya que su situación económica no estaba del todo bien, tanto así que a veces prefería caminar en lugar de tomar el transporte público, aun así estuviera lejos su destino.

Los procedimientos de reclutamiento era parte una rutina ya conocida; llenar la solicitud de empleo respectiva, luego pasar a los exámenes, en donde estaba la prueba de cleaver entre otras, las preguntas ya eran conocidas, siempre él se preguntaba si era necesario todo ese cuestionario si el puesto que la mayoría de veces quería optar era de lo más sencillo y no era necesario tantas preguntas, y al final ni siquiera recibiría una llamada para que se presentara de nuevo para que le hicieran la entrevista.
De muchos trabajos no fue llamado, él sabía que su inexperiencia le perjudicaba para optar a las plazas que él quería aplicar, pero aun así tenia la fe, que fuera él, el elegido. Varias dificultades se le presentaban y estas afectaban su ánimo, entre el mal rendimiento de la universidad, los problemas familiares y la mala situación económica; aunque siempre se reponía y no permitía dejarse vencer y siempre salía adelante.

Un día recibió una llamada para una entrevista de una empresa que no conocía, y sintiendo un poco de desconfianza, el día anterior a dicha entrevista fue a buscar la dirección que le había proporcionado la señorita con que hablo por teléfono, y al parecer le estaba todo bien.
Llego el día de la entrevista, estuvo esperando bastante tiempo para que lo hicieran pasar, las pruebas las hizo y le parecieron muy sencillas, tanto que no podía creer que algunas preguntas fueran tan ridículas, luego le dijeron que tenía que esperar porque le iban a hacer un examen práctico. Dicho examen fue igual de sencillo que el escrito, salió de la empresa muy tarde, le llevo toda la mañana y parte de la tarde estar ahí, aunque salió con una convicción que ese trabajo tendría que ser suyo, ya que habían varios para la misma plaza y solo a él le hicieron el segundo examen práctico.

Fueron pocos los días que pasaron después de la entrevista y los exámenes, aunque a el le parecieron eternos, recibió una llamada, donde le informaban que el trabajo era de el y debía presentarse el siguiente lunes a las ocho en punto de la mañana, en ese momento solo pudo reaccionar con las siguientes palabras: gracias, ahí estaré. Al colgar el teléfono, dio media vuelta y pudo comprobar que los 2.40 metros de altura que tenía el 2do nivel de su casa se quedaron cortos para el salto que dio de la alegría y emoción que invadían su cuerpo en ese instante, al saber que ya tenía un trabajo, que había buscado bastante tiempo atrás; y desde entonces se ha preocupado por no quedarse sin trabajo, o al menos no dejar mucho tiempo estar desempleado, porque desde ese trabajo su vida ha cambiado bastante para bien.

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